Mary Montagu. Pionera contra la viruela

Me figuro que imaginarás que te he entretenido hasta aquí con un relato que por lo menos ha recibido muchos aderezos de mi parte. ¡Se parece demasiado, dirás, a "Las mil y una noches" […]. Olvidas, mi querida hermana, que esos mismos cuentos fueron escritos por un autor de este país y, exceptuando los encantamientos, son una representación real de las costumbres de aquí.
The letters of Lady Mary Wortley Montagu


Mary Montagu (1689 - 1762), al modo de una "Marco Polo" dieciochesca, fue la primera persona occidental que visitó las habitaciones secretas de los harenes imperiales otomanos. En su correspondencia con familiares y amigos, esta aventurera británica describía ambientes cargados de exotismo y sensualidad. Su libro Cartas desde Estambul encantó a Voltaire e influyó en pintores como Ingres. Este último, sin haber pisado nunca Oriente, creó El baño turco inspirado en las descripciones de la viajera.

El baño turco (1862). Jean Auguste Dominique Ingres.

La ocasión de realizar este viaje llegó cuando Edward, su marido, fue nombrado embajador en la corte otomana. A Mary le pareció una oportunidad fascinante, a pesar de que a todos sus amigos les pareció una temeridad que acompañara a su esposo a esas tierras desconocidas.

A su llegada a Belgrado, recibió alojamiento en la residencia del efendi Ahmet Bey. Durante su estancia pudo disfrutar de su magnífica biblioteca, al tiempo que el efendi la iniciaba en poesía árabe y persa, y mantenían apasionadas discusiones hasta la madrugada.

En una carta a su amiga Sarah Chriswell, fechada el 1 de abril de 1717, escribe:

Las historias de peste tan espantosas que habéis oído tienen en realidad muy poco fundamento [...] A propósito de enfermedades os voy a contar algo por lo que estoy segura os darían ganas de estar aquí. La viruela, tan fatal y general entre nosotros, aquí es completamente inofensiva gracias a la invención de la inoculación, que es el término que usan. Hay una serie de mujeres ancianas que se dedican a efectuar la operación. Cada otoño, en el mes de septiembre que es cuando disminuye el calor, las personas se preguntan unas a otras si piensan que alguno de su familia va a tener la viruela. Con este propósito forman grupos y cuando se reúnen (quince o dieciséis) una anciana llega con una cáscara de nuez llena de materia del mejor tipo de viruela y pregunta qué venas te gustaría te abriera. Inmediatamente rasga y abre la que le has ofrecido con una aguja larga (que no produce más dolor que un rasguño) y pone en la vena tanto veneno como cabe en la punta de la aguja, y después venda la pequeña herida con un trozo hueco de la cáscara [...]
Los pacientes jóvenes o niños juegan juntos durante el resto del día y tienen perfecta salud hasta el octavo día. Entonces comienza a subirles la fiebre y están en cama durante dos días, a veces tres y… a los ocho días están como antes de su enfermedad. Cada año, miles de personas se someten a esta operación y el embajador francés dice que ellos toman la viruela como en otros países toman las aguas. No hay ejemplo de nadie que haya muerto en la operación y créeme estoy tan satisfecha con la seguridad del experimento que pretendo intentarlo en mi propio hijo […]
Soy lo suficientemente patriota como para tomarme el trabajo de poner de moda en Inglaterra este útil invento, y no dudaría en escribir a alguno de nuestros médicos si conociera a alguno que pensara tiene suficiente virtud para destruir una considerable parte de sus ganancias por el bien de la humanidad.
Lady Montagu no sólo hizo inocular a su hijo en Constantinopla, y a su hija al regresar a Inglaterra, sino que una vez allí consiguió que la princesa de Gales se nteresara por la práctica e hiciera inocular, con éxito, a sus propios hijos. Gracias a estos logros, la técnica de la inoculación se extendió rápidamente por toda Inglaterra, y fue sometida a prueba de la manera más rigurosa que la época permitía. Por ejemplo, a instancias del Colegio de Médicos de Londres se inoculó la viruela a seis reos, a cambio de conmutarles la pena de muerte, y a otros tantos huérfanos. A todos ellos se les puso en contacto con enfermos y no enfermaron. Todo ello siete décadas antes de que Edward Jenner desarrollara su vacuna antivariólica tras observar cómo quedaban inmunizados los granjeros que se exponían a una variante de la viruela más leve que sufrían las vacas. Además de la experimentación de la que fue objeto, la inoculación importada por Mary fue quizá el primer tratamiento que se enfrentó al análisis estadístico de sus resultados, cuarenta años antes de que los matemáticos Jean D’Alembert Y Daniel Bernoulli se ocuparan del análisis de datos en problemas médicos y biológicos.


Fuente: The letters of Lady Mary Wortley Montagu, Mrs. Hale (editor), Boston, 1869.

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