Mi #DeseoCientífico2017

Casi por casualidad, y aunque nací en tierras gaditanas, los alisios me guiaron hasta un remoto archipiélago. Si algo caracteriza a las islas Canarias es su suelo volcánico y su cielo. Lo sólido y lo etéreo, antagonistas por naturaleza.

Igual de contrarios y reñidos parecen los de ciencias y los de letras. ¿Quizá alguna extraña mutación genética separó nuestras ramas evolutivas hasta hacernos incompatibles? Desde nuestra reconciliación en tiempos de Leonardo, la brecha no ha cesado de ensancharse. Sin embargo, las grietas en suelo volcánico no tardan en rellenarse con nuevo material, que siempre proviene de las profundidades. Un puente fértil que aniquila el abismo y une las dos orillas.



Eduardo Galeano afirmaba que "aunque según los científicos estamos hechos de átomos, también estamos hechos de historias", y contar la ciencia para el gran público es abordar la literatura de la realidad física, del mundo tangible que nos esforzamos en comprender.

Para avanzar, la ciencia ha de desprenderse de nuestros prejuicios y subjetividades, de nuestras percepciones engañosas. Pero para acercarla al público hemos de reintegrar su faceta humana, con sus expectativas, ilusiones, fracasos, eurekas y serendipias.

En este reto, el maridaje entre literatura y ciencia puede resultar insospechadamente fructífero, pues la adaptación de la ciencia al lector puede estar en un artículo escrito con sencillez y rigor, en una obra de ficción o en una poesía inspirada en la ciencia. Como todo paisaje, ha de tener parte de cielo y parte de suelo.

Mi #DeseoCientífico2017 es que cultivemos más la cooperación entre ciencias y humanidades.

Felices fiestas y feliz año nuevo a todos.

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