Litografía por luz

Al matemático griego Eratóstenes, célebre por haber aproximado el primer cálculo del tamaño de la Tierra, le apodaron “el beta” porque, según decían sus coetáneos, no era el primero en nada pero era el segundo en todo. Sin embargo, al litógrafo francés Joseph Nicéphore Niépce se le podría considerar “el alfa”, un adelantado a su tiempo al menos en tres disciplinas.

Niépce se había convertido en un experto ciclista deslizándose por las calles de Saint-Loup-de-Varennes con su flamante draisiana, el patinete con asiento o el caballito de madera, como también la llamaban.




Junto a su hermano Claude ideó el pireolóforo, considerado el primer motor de combustión interna del mundo, que se servía de la dilatación de los gases provocada al quemar un combustible en polvo, que solía ser una mezcla de esporas de helechos, carbón y resina finamente pulverizada. Este motor no recibía el impulso a través de un émbolo, como en la máquina de vapor, sino que la expansión de los gases quemados salía por una tobera. De este modo, consiguió mover corriente arriba una pequeña barcaza al sumergir la tobera directamente en el agua.

Diagrama del pireolóforo. Hermanos Niépce, 1806.


Pero la joya de sus descubrimientos tiene que ver con una cualidad destacable en Leonardo da Vinci: la habilidad del dibujo. Niépce carecía de esa habilidad y se centró en la manera de grabar imágenes mediante la acción de la luz. Si Leonardo mejoró la cámara oscura añadiéndole una lente, que permitía obtener imágenes más nítidas, Niépce encontraría la forma de plasmar de manera indeleble esa imagen. Barnizó una plancha de peltre con betún de Judea y la colocó durante ocho horas en la ventana. Tras esta larga espera, lavó la placa con aceite esencial de lavanda que arrastró el barniz de las zonas expuestas a menos luz, permaneciendo en las áreas que más sol habían recibido y donde el barniz se había vuelto insoluble. 

El contraste de claroscuros de los tejados que se vislumbraban desde su ventana quedaron fijados en la placa mediante esta novedosa técnica de “litografía por luz”, y que fue bautizada desde ese momento con el certero nombre de fotografía.

Punto de vista desde la ventana. Joseph Niépce, 1826.
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Esta entrada participa en el blog de narrativa científica Café Hypatia con el tema #PVLeonardo.

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