Sonidos de Korotkov

Arturo Toscanini era una bullente mezcla de extraordinario talento y temperamento turbulento. Exigente hasta la perfección en los ensayos, resultaba temible para los integrantes de cualquier orquesta. Exasperado ante los errores de los músicos o llevado por la ira si no seguían al pie de la letra sus instrucciones, lanzaba toda clase de maldiciones mientras rompía la batuta o arrojaba con furia su reloj de bolsillo al suelo. En uno de sus cumpleaños, los profesores le regalaron un Ingersoll, un reloj tan tosco como resistente con una inscripción en la tapa: "Para los ensayos".

Dotado de un oído excepcional, Toscanini podía distinguir la más mínima disonancia de un violín o de un oboe en un fortíssimo, donde sonaran a la vez casi 100 instrumentos. Además, la armonía debía estar presente tanto en el sonido como en su ausencia. Un golpe de su batuta al final de un movimiento provocaba la extinción de la música en toda la orquesta de manera simultánea y exquisitamente coordinada.

En el campo de la medicina, Nikolái Korotkov se convirtió en el "músico de la sangre" porque consiguió interpretar los sonidos circulatorios en las arterias, ruidos que surgen y se extinguen al igual que en el pentagrama se alternan corcheas y silencios. Korotkov se ha percatado de que sometiendo a estrangulación un vaso sanguíneo, altera su temperamento como el de Toscanini, de régimen laminar (en el que la sangre avanza en capas paralelas) a régimen turbulento (donde el fluido se mueve de manera más imprevisible formando torbellinos). Este cambio provoca ruidos reconocibles que pueden ser útiles para un diagnóstico no invasivo.

Korotkov hace la primera prueba el 8 de noviembre de 1905 en un seminario que se celebra en la Academia Médica Militar de San Petersburgo. Estrangula la arteria braquial, sirviéndose de una banda de caucho colocada en el brazo de un voluntario, y coloca su estetoscopio en la sangradura, la zona de flexura opuesta al codo. De momento, la interrupción del flujo sanguíneo equivale a Toscanini elevando sus manos mientras la orquesta se prepara para acometer el primer compás. Silencio. Agudiza el oído a medida que va liberando la presión del brazalete hasta que los ecos del metrónomo torácico son audibles por primera vez con un golpeteo sordo y monótono. En este momento, la presión del brazalete es igual a la presión máxima o sistólica en el vaso sanguíneo.

Sigue liberando la presión sobre la arteria y los ruidos se vuelven polifónicos. El golpeteo se asordina y surgen murmullos y ronroneos por la turbulencia del fluido. La presión continúa disminuyendo lentamente y se acerca el final de la obra. Tras una última percusión la batuta cae y el sonido se extingue por completo, instante en el que el brazalete ha igualado la presión mínima o diastólica.

Médicos y enfermeros escuchan cada día esta breve y monótona pieza marcada por el ritmo y el temperamento cambiante de una arteria.

Esfigmomanómetro de mercurio que perteneció a Nikolái Korotkov.
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Esta entrada participa en el blog de narrativa científica Café Hypatia con el tema #PVextinción.

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