De lenguas ancestrales

En la primera mitad del siglo X, un nabateo llamado Abu Bakr Ahmed ibn Wahshiyya viajó a El Cairo convencido de que los jeroglíficos egipcios constituían un lenguaje criptográfico que ocultaba secretos alquímicos de la Antigüedad. Profundo conocedor de la lengua copta y habiendo deducido correctamente que los jeroglíficos tenían valor fonético, se dispuso a traducir, por las bravas, las líneas de símbolos que plagaban los templos de Karnak. No está claro si consiguió descifrar un puñado de ellos, pero lo seguro es que se enfrentó a una tarea lenta y faraónica, nunca mejor dicho. 

El siguiente hito acerca de la traducción del lenguaje jeroglífico se produjo el 15 de julio de 1799 durante la campaña napoleónica en Egipto. Los soldados excavaban el terreno para reforzar las defensas del fuerte Julien cerca de la ciudad portuaria de Rashid, a la que los franceses llamaban Rosetta. El teniente Pierre-François Bouchard se topó con una piedra que presentaba inscripciones en una cara e inmediatamente informó, a través de su general, al Institut d’Egypte, la asociación científica recién creada por Napoleón en El Cairo. No tardaron en llegar a la conclusión de que las inscripciones contenían un mismo texto expresado en tres lenguas diferentes: jeroglífico, demótico y griego antiguo.


Piedra de Rosetta (196 a.C.)


La piedra de Rosetta, como bautizaron los franceses a este fragmento de granodiorita de 760 kg, se convirtió inmediatamente en molde para multitud de copias de la inscripción que se distribuyeron por los filólogos de Francia, una intérprete pétrea que permitiría traducir la escritura jeroglífica que el Antiguo Egipto empleó para grabar sus textos más ilustres y sagrados durante más de 3.500 años.

ADN

Nanoesperanto.

Lengua de cuatro letras

empaquetada.


Diez siglos después de ibn Wahshiyya, otro lenguaje criptográfico captó la atención de los eruditos solo que, en esta ocasión, no se encontraba en las entrañas de las Pirámides de Giza, sino en la cámara del tesoro de nuestras células: el código del ADN. La comprensión de este lenguaje universal de la biosfera nos permitiría desde identificar anticipadamente una enfermedad de origen genético y personalizar un tratamiento hasta posibilitar la recuperación de especies o determinar el origen de un virus. El “ibn Wahshiyya” del ADN, Frederick Sanger, desarrolló un método que permitía leer la secuencia de un fragmento de ADN de manera lineal, al igual que el nabateo leía y transcribía, línea tras línea, las estelas egipcias. Pero también esta historia tiene su particular piedra de Rosetta que sería clave para que la lectura del ADN se pudiese llevar a cabo con una rapidez sin precedentes.

Craig Venter hizo suya la máxima de conquistadores como Julio César y el propio Napoleón: divide y vencerás. De la misma manera que las múltiples copias en papel de la piedra se distribuyeron entre los filólogos franceses para que iniciasen su traducción de manera simultánea, Venter propuso fragmentar todo el genoma en millones de pedazos, a modo de “nanopiedras de Rosetta”, que se utilizarían como molde para secuenciar todos los fragmentos a la vez y recomponer posteriormente la secuencia completa del genoma. Esta nueva técnica permitió que en el año 2000 se presentase el primer borrador del genoma humano y que en 2003 se publicase la primera versión de la secuencia completa de nuestro ADN, momento previsto inicialmente para no antes de 2005.

Curiosamente, el más antiguo sistema de escritura también contó con un texto trilingüe para su traducción. La inscripción de Behistún, grabada en escritura cuneiforme sobre la pared de un acantilado al oeste de Irak, muestra tres versiones del mismo texto en persa antiguo, elamita y acadio. Si el origen de esta escritura, hace 5.000 años en Mesopotamia, puso fin al periodo prehistórico de la humanidad, la secuenciación del ADN nos llega como el lenguaje ancestral de nuestra historia evolutiva, escrito sobre un rollo y plegado en doble hélice que custodiamos desde la noche de los tiempos.


Inscripción de Behistún (s. VI a.C.)

____________________________________

Esta entrada participa en el blog de narrativa científica Café Hypatia con el tema #PVexploración.

Comentarios