La orquídea de Dios

Existe en Madagascar una flor endémica conocida como estrella de Belén, una pálida orquídea que fue descubierta en 1822.  Su rasgo más característico es un gran espolón, de unos 30 cm de longitud, que cuelga desde la base de la flor en el fondo del cual se encuentra el néctar.


Aunque era algo que no se confesaba, pronto la flor se hizo popular entre los creacionistas. Por su estructura interna, resultaba imposible que esta orquídea se fecundara con el viento. Sus estambres se encuentran hundidos en el abismo floral y no hay modo verosímil de que el polen alcance la cumbre del espigado estilo. La opción de un polinizador tampoco parecía factible en una flor que depositaba el néctar a una profundidad equivalente a la fosa de las Marianas para cualquier insecto. La única explicación posible es que la estrella de Belén (el nombre invitaba a ello) hubiese sido emplazada en aquella isla por la mano divina.

Unos 40 años después, con la teoría de la evolución recién publicada, la orquídea se convirtió en la piedra del zapato de Charles Darwin. Si no se encontraba la explicación sobre la supervivencia de esta planta, la idea de la selección natural podría verse en serios apuros. Pero esta vez a Charles, prudente hasta el extremo, no le quedó más remedio que proponer algo muy atrevido. La orquídea, de nombre botánico Angraecum sesquipedale (sesquipedale por la longitud de su espolón, un pie y medio en latín) requería de un polinizador aún no descubierto, probablemente una mariposa con una probóscide de al menos 30 cm de largo.

Esta fue una de esas ocasiones en las que una historia queda pendiente a la espera de un final, un desenlace que tuvo que esperar 40 años más. En 1903 se encontró en Madagascar a esta polinizadora en forma de polilla, casi una experta en espeleología para conseguir libar el néctar desde las profundidades de ese espolón; su trompa excedía en cinco veces la longitud de su cuerpo. Se la bautizó como Xanthopan morganii praedicta, algo así como “la polilla predicha de Morgan de patas amarillas”. En este caso, el tamaño de un apéndice importaba.


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Esta entrada participa en el blog de narrativa científica Café Hypatia con el tema #PVdudas.


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