El tiempo entre maderas

El despacho de Jacob Kuechler, un objetor de conciencia durante la Guerra Civil estadounidense, parecía un aserradero. Rodajas de ramas y troncos de roble, de distintos diámetros y grosores, se apilaban por toda la estancia.
Cada tarde se entregaba a una labor obsesiva desde que leyó un fragmento en el Trattato della pittura de Leonardo:

Los círculos de las ramas de los árboles aserrados muestran el número de sus años, y cuáles eran más húmedos o más secos cuanto mayor o menor su espesor".

Regla y compás en ristre, realizaba cada vez el mismo rito. Afilaba su lápiz de sección ovalada con la ayuda de un formón estrecho, lo amarraba con un cordón al compás y dividía cada rodaja en ocho sectores. Medía la separación de los anillos de la madera a lo largo de cada sector, en múltiples puntos y por triplicado, cuyos valores registraba en una tabla. A continuación, realizaba un calco de los anillos en papel de seda sobre el que marcaba una Rosa de los Vientos con la orientación que tenía la rodaja de madera en el árbol.

En ocasiones, debía desbastar algún resalte del corte con una larga escofina para que el papel se asentara lo más liso posible. Se llevaba el calco a la habitación contigua, un archivo con intenso aroma a resina impregnada en los papeles, donde lo clasificaba en función del lugar de origen de la rodaja. Tras cerrar el cajón del archivo cuidadosamente, permanecía unos segundos en el archivo,
estirando la espalda y relajando los brazos, antes de volver al despacho, barrer el serrín y cargar la siguiente rodaja de madera.

Como curvas de nivel, Kuechler se entregó a descifrar la historia grabada en esos anillos con una misión más elevada. Los robles repartidos por todo el estado serían testigos de primera mano de las inclemencias que soportaron durante su desarrollo.

Finalmente, el mismo año en que se imprimía El origen de las especies, Kuechler publicaba El clima de Texas. Fue la manera de resarcir su ausencia del campo de batalla y hacer su aportación al estado confederado.


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Esta entrada participa en el blog de narrativa científica Café Hypatia con el hashtag #PVdiciembre22.

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