Senderos de luz

Tras el incendio que arrasó el sotobosque perdí la esperanza de su pronta recuperación. Afortunadamente, las copas de los eucaliptos eran lo suficientemente altas para que el fuego no las afectase, pero el oscuro tizne que cubría el suelo me encogía el corazón. Ya no era el bosque de mi niñez aunque lo seguía visitando con la misma frecuencia.

No sé exactamente cuándo me percaté de que durante uno de mis paseos me veía obligado a esquivar pequeñas plántulas que emergían erráticas. No puede ser, pensé. La cantidad de luz que filtra el dosel vegetal no es suficiente para que arbustos y árboles jóvenes hayan reaparecido tan pronto. Pero eso no era lo más enigmático. Las plántulas surgían a lo largo de líneas quebradas, formando grandes parches anexos unos a otros. Recordaba el patrón que se forma en el barro seco, a modo de baldosas irregulares separadas por fisuras.

No alcanzaba a comprender la causa de esta disposición. No seguía líneas de pendiente, tampoco tenía su origen en semillas arrastradas por la escorrentía ni coincidía con zonas no quemadas. La alegría por aquel verdor prematuro quedaba ensombrecida por mi incapacidad de comprender ese patchwork en el suelo del bosque.

Un día, en uno de mis paseos, decidí no darle más vueltas al asunto y disfrutar del peculiar pero hermoso aspecto que recobraba el sotobosque. En medio de uno de aquellos parches de vegetación, decidí tumbarme y cerrar los ojos para intensificar las sensaciones. El mantillo formaba una base suave y acolchada. La luz fue cambiando y un rayo de sol alcanzó a calentar mi rostro. Entonces fue cuando abrí los ojos y lo vi. Las copas de los eucaliptos, a pesar de cimbrearse por el viento, dibujaban en las alturas un patrón de parches arbóreos muy próximos y que evitaban tocarse, delimitados por siluetas de azul cielo.

Como orientadas por una nueva Vía Láctea, las plántulas surgían de los estrechos senderos de luz que se proyectaban desde las copas. Una nueva oportunidad en los bosques de eucaliptos donde suele reinar la timidez botánica.


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Esta entrada participa en el blog de narrativa científica Café Hypatia con el hashtag #PVdiciembre22.


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